María Candelaria Ledesma y Áurea Mauri recibirán la distinción de “Hija Adoptiva” y a Balbina Cruz se le otorgará el “Premio Ajey a la labor cultural”
“Todas ellas son merecedoras del reconocimiento del pueblo de San Bartolomé, al que han dedicado su vida. Es de justicia reconocerlo”
San Bartolomé, 29 de septiembre de 2022.- Los grupos de la oposición en el Ayuntamiento de San Bartolomé han sido los promotores del pleno celebrado este jueves, en el que se aprobó por unanimidad el inicio del procedimiento para la concesión de honores y distinciones correspondiente al año 2022, para otorgar la distinción de “Hija Adoptiva” a María Candelaria Ledesma Alonso y a Áurea Mauri Cadavieco, así como la distinción de “Premio Ajey a la labor cultural” a Balbina Cruz González.
La sesión plenaria, de carácter extraordinario, fue solicitada por la oposición al considerar que las tres mujeres cuentan con los méritos y circunstancias que marca el reglamento, y que todas ellas han destacado de forma extraordinaria al servicio del municipio de San Bartolomé.
Los ediles de la oposición han destacado que “estas distinciones están más que justificadas. Nadie podrá discutir la extraordinaria labor que ha desarrollado Candelaria Ledesma (nacida en Tenerife) en nuestro municipio, así como la de Áurea Mauri (nacida en Galicia), y la destacable labor sanitaria de Balbina Cruz. Todas ellas son merecedoras del reconocimiento del pueblo de San Bartolomé, al que han dedicado su vida. Es de justicia reconocerlo”.
Candelaria Ledesma
Nace en el año 1950 en La Laguna, Tenerife. Maestra por tradición familiar, sus padres y dos de sus hermanos también lo fueron. Llegó a San Bartolomé desde su Tenerife natal en el año 1978. Se incorporó al Colegio Ajei en calidad de enseñante ocupando una plaza en el mismo. Más tarde, en 1984 se hizo cargo de la dirección del Centro, tarea que desempeñó hasta su jubilación en el año 2011. Ha obtenido la distinción “Viera y Clavijo”, otorgada por la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, como premio a su labor dentro del sistema educativo de las islas en el año 2001.
En su etapa como directora del centro educativo se consiguió implantar el comedor escolar tan necesario para paliar la imposibilidad de las familias de conciliar vida laboral y familiar hasta entonces. Durante todos estos años ha intentado que el colegio se abriera a la comunidad y que la enseñanza se desarrollara en un espíritu de convivencia y buenas relaciones.
Sus dos grandes satisfacciones han sido humanas: el contacto con los niños y que los antiguos alumnos recuerden “su colegio” con cariño. También estuvo presente en la vida política y cultural del pueblo participando como concejal del Ayuntamiento así como formando parte de un grupo de teatro.
Áurea Mauri Cadavieco
Nació en 1946 en La Coruña. Llegó a San Bartolomé en el año 1979 integrándose rápidamente en la vida social del municipio. Su espíritu inquieto e innovador se hizo notar desde el primer momento.
Abrió una peluquería de señoras en el local donde hoy se encuentra el bar La Plaza, y resultó todo un acontecimiento ya que fue la primera que se inauguró en el pueblo.
En 1982, solventando rechazos por su condición de fémina avanzada, consigue aunar esfuerzos y crear la primera murga femenina de Canarias, “Las Revoltosas”, obteniendo notables éxitos a nivel insular y regional.
También, formó parte de diversos grupos de teatro y desempeñó una labor destacada en la vida política como concejal, participando activamente en los actos relacionados tanto en el aspecto organizativo como de los actos celebrados con motivos de las fiestas en los escenario.
Es una de las fundadoras del grupo Las Jacarandas. Actualmente es miembro de la Coral Municipal de San Bartolomé.
Doña Balbina Cruz González
Popularmente conocida como “Señá Balbina la partera” nace en Mozaga en 1884 en el seno de una familia numerosa. A la edad de 20 años, se casó con don Eusebio Corujo Brito, y desde entonces, fijó la residencia en San Bartolomé hasta su fallecimiento, el 9 de julio de 1965.
Fue una mujer que llena de humanidad que dedicó su vida a los demás, entregándose de lleno al ejercicio de su vocación, y atendiendo con verdadero cariño a sus vecinos enfermos.
Pasó toda su vida visitando enfermos, aliviando dolores y salvando de la muerte a muchos seres. Siempre se le recordará por sus virtudes humanas, como mujer bondadosa y sencilla.
El legado social y humano que ha ha dejado es digno de reseñar. De todos es conocido los servicios prestados al municipio incluso se extiende a nivel insular. Si se la requería en el punto más alejado de la isla, allí estaba para atender a una parturienta y, si el alumbramiento se complicaba, el desplazamiento le suponía permanecer varios días fuera de su casa, lo hacía con gusto. La mayor parte de las veces sólo disponía como medio de transporte, un animal de carga para soportar los trayectos largos.
Realizó la labor de comadrona más de 40 años en el municipio y sus alrededores, como curandera, tareas de cocina, e incluso amortajaba a los difuntos que fallecían en sus propias casa. Lo mismo atendía un parto que a un niño con dolor de oídos, fiebre, o una torcedura, quemadura. Se las ingeniaba utilizando los remedios populares para el tratamiento y el alivio de las enfermedades que se le presentaban y, si de algo presumió, era de no tener que lamentar la pérdida de vida alguna en las asistencias de los momentos del parto.
Cabe señalar que su labor fue reconocida tras muchos años de experiencia por parte de profesionales en la medicina y autoridades en el mundo de la política. Cuando se anunciaba la visita a San Bartolomé de alguna personalidad del mundo de la política, militar o eclesiásticas era requerida para el servicio culinario, no sólo para su elaboración sino la presentación y puesta en la mesa. Sus platos eran los más sabrosos, como todo lo que rodea en la vida de esta persona.