Artículo de Opinión
Cristina Calero. Representante lanzaroteña en la lista provincial de CC al Congreso de los Diputados.
Si hay persona que represente la idiosincracia de la juventud canaria, es sin duda el artista Quevedo. Nadie como él ha simbolizado el sueño isleño, el sueño de triunfar llevando consigo la bandera de Canarias.
Somos la generación Quevedo, la de Cruz Cafuné y la de Ptazeta, la generación que tenía que haberlo tenido todo para triunfar y simplemente sobrevivimos, admirando como unos pocos lo lograron. La generación que dejó de soñar porque salía muy caro. Hemos vivido empatando una crisis tras otra, postergando nuestro proyecto de vida, porque somos la generación que dejaron para luego.
Vivir en el paraíso tiene consecuencias. Canarias es uno de los territorios que lidera el riesgo de pobreza en el Estado según el informe AROPE 2022: 10 puntos por encima de la media estatal. Primero nos costaba acceder al primer empleo a pesar de estar formados, teniendo una de las tasas de desempleo más altas del país y de Europa. Cuando conseguimos empleo, la precariedad laboral, el coste de vida o la falta de vivienda disponible nos dificulta emanciparnos o poder tener capacidad de ahorro. Y empezamos a perder la esperanza.
Por eso necesitamos políticas que entiendan nuestra realidad archipielágica, porque las necesidades de una persona en Caleta de Sebo no son las mismas que las necesidades de alguien en Arrecife, Teguise o Playa Blanca. Políticas que entiendan que somos un sector diverso, porque a los 18 años no tenemos las mismas necesidades que a los 20 o a los 30. Políticas que entiendan que somos un territorio fragmentado y con una condición de ultraperiferia, porque si a los jóvenes ya nos cuesta todo, en Canarias nos cuesta mucho más. Que no se nos castigue con sobrecostes por vivir en islas alejadas del continente. Pero a política se viene a buscar soluciones. Necesitamos un Pacto por el Empleo, que no se olvide nuestro Estatuto de Autonomía, que se apliquen medidas adaptadas a la condición de ultraperiferia.
Tenemos una ventaja: haber heredado un Estado de Derecho, una herencia que debemos cuidar. El próximo domingo nos jugamos cuestiones que nos afectan en nuestro día a día en nuestra realidad insular, desde el descuento de residente que utilizamos para irnos a conciertos, trabajar o viajar; una política de vivienda que entienda nuestra realidad territorio fragmentado; un Pacto por el Empleo para Canarias o que sigamos siendo una tierra abierta, en la que nadie nos diga a quién amar o quién ser. El próximo domingo se la juega Canarias y te la juegas tú y si dejas que otros decidan por ti, ya has perdido.
Por ese motivo necesitamos diputados canarios nacionalistas que no sean sumisos, cuya única obediencia sea a Canarias, que entiendan nuestra realidad y reclamen lo que nos corresponde por derecho para dejar de ser la generación perdida y pasar a ser la generación encontrada. Diputados nacionalistas en los que, como Quevedo “salgan de las islas, pero las islas no salgan de ellos”. Por Canarias y por ti, elige Canarias.