Artículo de opinión
Olivia Duque. Candidata de Coalición Canaria a la Alcaldía de Teguise.
Fruto de años de vorágine en construcciones, en adaptar el medio a nuestras necesidades de manera arbitraria y, aun teniendo un patrón establecido y aceptado por todos, la figura de César, se optó por priorizar todo y dejar para el final el paisaje… Así nos va.
Considero que para todos nosotros es una necesidad que no llegamos a constituir en demanda, debido a que precisamente falta el aglutinador de la sociedad conejera, aquello que estaba y ya no está, César Manrique. Tomando como patrón la extraordinaria simbiosis que consiguió César con el paisaje y la actividad humana, creo imprescindible retomar la senda marcada y actuar con una hoja de ruta clara en nuestro proceder.
La arquitectura proyecta edificios, pero una vez que se han terminado de construir, se convierten irremediablemente en paisaje, bueno o malo, pero será paisaje. Un banco, una papelera, una farola, una parada de guaguas, las telarañas de cables que pasan por nuestras fachadas, todo eso y mil cosas más se convierten en paisaje. El conejero -en la capital o en el jable, mientras trabaja o cuando está en la playa- y el turismo, son piezas que todas juntas componen nuestro paisaje.
Desde Teguise quiero proponer una reflexión colectiva que tenga como base la visión de nuestro paisaje. Y además propongo que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Estamos de acuerdo con el paisaje que nos rodea, y con el que estamos generando y son las medidas correctoras las apropiadas?
Supongo que saldrán innumerables propuestas, lo intuyo y lo afirmo porque conozco a mi gente y el amor de mi tierra. Considero que el verdadero trabajo consistirá en jerarquizar las acciones correctoras, pero sinceramente el equipo que compondrá la nueva área de nuestro Ayuntamiento, la Concejalía de Paisaje del Ayuntamiento de Teguise (con un equipo asesor multidisciplinar), propondrá esa “Cesarización” de las intervenciones en obra pública y actuará de manera transversal a todas las áreas municipales. Porque, como decíamos antes, todo compone un paisaje.
Estamos con la redacción del nuevo contrato de mantenimiento y jardinería del municipio, en el que no podemos obviar el mantenimiento y el cuidado de lo que tenemos -sólo en Costa Teguise más de 10.000 palmeras-, sino además la creación de sombras mediante masa vegetal en las zonas urbanizadas y en el entorno periurbano, una auténtica reforestación.
Los árboles son clave para bajar la temperatura de las ciudades, se ha demostrado que entre 2 y 4 veces son más frescas, y visto como va el tiempo es hora de empezar a hacer sombras donde poder sentarnos y pasar un buen rato conversando con un amigo o saludando a un vecino.
“Por eso, los bosques urbanos se perfilan como una de las iniciativas más acertadas para remitir la huella medioambiental que provoca la actividad humana: permiten eliminar contaminantes nocivos, reducir el ruido, mejorar las temperaturas, mitigar los efectos del cambio climático, suministrar distintos productos y energía renovable, proteger las fuentes hídricas y prevenir la erosión del suelo y las inundaciones”, informa la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
¿Y el mar? En Canarias, siendo islas, no tenemos litoral pues éste pertenece a Costas -o a Puertos- y esos organismos nos marcan sus límites, sus condiciones; nos imponen sus líneas y criterios paisajísticos estandarizados para todo el país, sin tener en cuenta el más mínimo respeto a nuestro paisaje. De esta forma pueblos marineros ven como su mar, su litoral, le es arrebatado.
Y parece que ya estamos resignados a ello.
Tenemos motivos para estar muy orgullosos de Teguise, pero eso no es suficiente. En mi opinión, nuestro municipio debe aspirar a recuperar una parte importante de su litoral. Y yo estoy dispuesta a debatirlo con propuestas claras, porque el Paisaje no entiende de Ordenamientos que acoten el territorio. No entiende de líneas y en cambio sí de perspectivas. De perspectivas visuales, de ambientes, armonía y luz.
Estamos obligados a entendernos con nuestro entorno, nuestro paisaje de interior, el jable, las montañas, los barrancos… con el paisaje que vemos todos los días al levantarnos y del que formamos parte fundamental, tanto de forma pasiva como activa. Debemos sentir orgullo de nuestra identidad como municipio. Por encima de planes de protección y ordenamiento debemos encontrar un lenguaje común, consensuado y reflexivo, que permita la imbricación de todos los actores en el objetivo común de salvaguardar nuestro paisaje, nuestro modo natural de vida, aquello que nos colocó como uno de los mejores destinos turísticos mundiales. A día de hoy queremos que además siga siendo referente del discurso mediador entre progreso y paisaje.